miércoles, 21 de julio de 2010

TOKIO: PALACIOS Y JARDINES



Lunes 12 a Miércoles 14 de Julio de 2010

Tokio

Día 41 a 43

EL VIAJE INTERIOR

Aterrizo en Tokio sobre las 06:30 hora local, las 23:30 hora española y el piloto me saca de la incertidumbre en que me ha dejado al anunciar la prórroga en la final del Mundial. ¡Somos campeones! Muy buen comienzo para mi visita a Japón.

Al salir de la terminal puedo ver las imágenes del gol y las primeras celebraciones. ¡Qué pena no estar en España! Pero qué se le va a hacer, no se puede querrer todo, y además el recuerdo será distinto, pero en cualquier caso imborrable.

Con las prisas de última hora en Sidney, llegó sin hotel. Por internet, reservó uno de la cadena Accord en el barrio de Ginza. Parece céntrico, y al final resulta un acierto: es una zona bien comunicada pero tranquila por la noche. Llena de tiendas de moda por el día. Cambio el pase que saqué en Australia gracias a mi amigo Daniele, por el billete para una semana de la JR, la Renfe Japonesa. Con él tengo gratis todos los billetes, incluídos los trenes bala tan famosos, además de otros locales y regionales. Un buen negocio, por unos 300 Euros.

Cojo el expreso desde Narita a la estación central de Tokio. Una hora. Empiezas a acostumbrarte a las proporciones de Tokio. La ciudad más grande del mundo, me dicen, con 20 millones de habitantes. Dicen que no quieren construir trenes aún más rápidos, que tecnológicamente ya tienen listos (los que funcionan por superconductividad) porque entonces, más gente podría trabajar en Tokio y vivir aun más lejos (lo que sería inhumano incluso para un japonés), aunque pasaría más de 4 horas al día en el tren, 6 veces a la semana (en Japón se trabajan los sábados también).

Pero el tema de las maletas, no me atrevo con el metro, y cojo un taxi. Al taxista le cuesta encontrar el hotel, por que al darle la dirección he puesto los números juntos, sin rayas entre medias. ¡Aquí hay que hilar fino!

Cojo mis guías, y salgo del hotel. Recorró el barrrio. Muchas tiendas y buen ambiente por las calles. Pateo la zona y luego me dirijo hacia el norte de Ginza. Hacia el Palacio Imperial. De camino la guí me recomienda una parada en el jardín Hibiya-Koen. Lo de los jardines en Japón merece un capítulo aparte. Y se lo dedicaré. Es una de mis debilidades y tengo una modesta colección de libros sobre diseño de jardines, con un particular énfasis en los japoneses, así que es normal que tenga querencia por ellos, ahora que estoy en su “habitad” natural.

El jardín como no podía ser menos me parece una delicia. No es un jardin zen, sino uno escénico o japonés. Para empezar, como la mayoría de jardines en Japón, éste posee un plano dónde se describen las zonas, las instalaciones, los estanques, la casa de té, etc. ¡Qué bonito ver que un país cuida sus tesores! Pero así es Japón, orgulloso de sus tradiciones.

Me imagino trabajando en los rascacielos cercanos y escapándome para comer o pasear por este paraje. Por sus estanques. Deleitarme con el trabajo de los jardineros, que literalmente esculpen los pinos, cuidan los caminos, mantienen los numerosos puentes de piedra, o de madera, o las islas o los animales (enormes carpas y tortugas, y patos, cisnes, etc.) ¡Qué delicia!

Justo enfrente empiezo a ver el foso del Palacio Imperial. Como las cosas importantes en Japón, impresionante por tamaño y belleza. Después llegan las puertas y las almenas, que están también conservadas/rehabilitadas que uno se imagina cómo debieron ser en tiempos de los samuráis. En el período en que la ciudad se llamaba Edo (1603 a 1868), y la dinastía Tokugawa regía los destinos de Japón.

Y una vez que atraviesas la puerta más grande que existe del castillo original puedes recorrer las jardines de la plaza imperial con sus pinos y su césped inmaculado (Chema ya me contarás cómo consiguen que parezca césped artificial, no siéndolo, que he tenido que tocarlo para asegurarme que no lo era). Después llego a la zona de acceso a la parte que actualmente es residencia de la familia Imperial, y me recreo en las vistas de los 2 puentes sobre el inmenso foso.

El siguiente paso sería bordear las fosas a lo largo de l a Plaza Imperial, y entrar en los Jardines del Este (abiertos al público), pero cuando llegó, ya han cerrado. Se quedan para mi vuelta a Tokio, a final de la semana.

Al día siguiente, decido ir a la zona Norte, en concreto a Asukasa. Allí se encuentra el templo de Senso-ji, con su pagoda de 5 plantas y sus dos puerta Kaminari-mon, o puerta del Trueno y Hozo-mon.

Entre ambas puertas, una galería cubierta, repleta de puestos con todo tipo de productos típicos japoneses: desde comida, a yakatas, abanicos o pay-pay, y en general, cualquier artesanía.

Después de comer en un lugar típico, lo que significa comer en cunclillas (lo que no agradecen mis rodillas: no se puede ser ni tan alto ni tan poco flexible para este tamaño de mesas), y por supuesto usar palillos, me acerco al río y cojo una barca que me acerca de vuelta al centro, y en concreto, a la zona sur de Ginza; cerca del famoso mercado de pescado de Tokio (el mayor del mundo) llamado Tsukiji.

El barco me deja en un parque, ¡cómo no!, y tengo la oportunidad de saborear toda su belleza. Sus promontorios con vistas a la bahía, sus estanques, sus puentes, y sobre todo, con su maravillosa casa de té en medio del lago (y sus puentes de acceso). Es el jardín Hama Rikiu, y por supuesto, tiene su plano.

En la casa de té, después de descalzarme, me ofrecen un té verde (con hielo) y un pastel, y por primera vez en mi vida aceptó la invitación, y me delito con las vistas del jardín y el estanque. ¡Que buena tarde!

PLAN

Al día siguiente he cogido un billete para el tren para Kyoto. Desde allí, me podré acercar a Nara, y quizás a Hiroshima.

FRASE DEL DIA

Hoy vuelvo a los clásicos, de Marco Tulio Cicerón:

“Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada.”

En Japón cambiaron la biblioteca por una casa de té …

CANCIÓN

En la música, también clásicos, Mecano y su canción Japón:

Te levantas y al tranvía
Tu vas mirando la vía
Un dos, un dos
Sigue el ritmo de la vida
Las palancas y los humos
Los motores mueven el mundo

Un dos, un dos.
Sigue el ritmo de la vida
Entre miles de tornillos
viven en Japón
son mas de un billón
donde sale el Sol

No son rubios no son altos
son tipo reloj
en un metro hay dos
donde sale el Sol

Oye la sirena para la comida
Oye la sirena para la salida
Un dos, un dos
Sigue el ritmo de la vida

Sube, baja, sueña, vive
Todo el mundo te sonríe

Un dos, un dos
Sigue el ritmo de la vida

Entre miles de tornillos
viven en Japón
son mas de un billón
donde sale el Sol

No son rubios no son altos
son tipo reloj
en un metro hay dos
donde sale el Sol

Unos dicen que son fieles al emperador
Otros dicen que son fieles al ordenador.

1 comentario:

  1. En momento de crisis es necesario innovar. Aunque no sabía tu afición por los jardines, veo que estás adquiriendo una maestría sin parangón en la jardinería japonesa. Es por ello que, viendo que nuestra curcubitácea se está durmiendo en los laureles, te propongo abramos un nuevo departamento en su organización dedicado a esta especialidad. Por supuesto, esta actividad no debería quitarle tiempo a su ajetreada agenda profesional, por lo que debería estar enteramente desarrollada por nosotros, tú como especialista, yo como aprendiz.

    Echo de menos en tus entradas alguna referencia a los bonsais, pero lo relaciono, con que al ser una declarada afición por un antiguo presidente de gobierno español, has sido, como de costumbre, discreto y no has querido hacerle sombra en esta afición. En cualquier caso, creo que hay una ciudad o un barrio de una ciudad japonesa donde sólo hay bonsais. Curioso, ¿no?

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